jueves, 27 de diciembre de 2007

w)

Beber en la Iglesia de los Santos de Los Últimos días
a un asesino tímido y psicótico
buscando a su novia fue lo que escribió este sujeto en los baños
y luego no pudo más que deletrear cada lectura
porque el Jamelin borracho extrañó el humo cagado por la micro
y se fue como se pierden los sonidos de su flauta

la hora de las vertientes
por donde baja el agua a las alcantarillas
esa agua turbia de niña morena que se pinta la piel blanca
porque es gótica y sus amigos la abrazan
porque es gótica y puede sentirse
aunque nunca sea menos morena en su dermis

con una corbata y humillaciones coloquiales
con la cola entre las piernas caminando el inframundo de calles y vecindarios
esa agua tibia de señoras que les corre por debajo porque rompieron su fuente y les corre la sangre
que no sé si es la sangre de años manteniendo una esperanza
mi esperanza de trolebuses en las líneas de las calles
esas calles que ya nadie tiene en cuenta

recuerdo los años noventa en que miraba por la ventana de la micro
los tacones el vestido los jeans de fémina voluptuosa
y un escolar se fijaba en el vuelo de los basureros
y un pene ansioso se masturbaba en las ligutrinas
y esa niña advirtió el pene del hombre basurero
y el vuelo fue subvertido por el peso exacerbado
de las magnitudes superlativas del miembro en la mañana

los úteros están colgados en el alambre del patio
donde cuelgan los cuadros y el rubor de candidiasis
el efecto del retardo en el enfermo
greñas precríticas de un amor en la mejilla

dirigibles Kodak en la mañana de lágrimas amarillas
observa el dirigible que se mueve lento y no cruza las cordilleras
dice Kodak y no es el Hindenburg en mis ojos

palomas que vuelan agitadas por el pentatlon del cabro chico
démosle migas en la plaza de armas de años con una estaca que atraviesa
los campos de placas dentales del huaso en los campos chilenos
las palomas vuelan y algo se ve caer en las mansedumbres cortadas
con elásticos de ejecutivos bancarios apresurados por el tiempo motor
de años y años estructurando la seborrea de las caspas longitudinales

se ven caer los ancianos adictos a las aspirinas
y el chorro de sangre de sus frentes acumula el espacio de las pantallas
sicomotoras en el retardo del enfermo mental que pide las monedas
la pantalla es saturada por la sangre seca de las mientes
y nadie llora el cabello del peine antipiojos


Guardo el intento de este sujeto por haber deseado el relieve
Tengo en la memoria su pasado creador de sujetos amorfos
Voz, quédate en tu asiento
las landas dicen como dirían los perros al ladrar su espejo
Las landas la memoria para los demás de este insulto
Menos mal que decidiste el silencio
No hay nada más hermoso que el silencio

Alexander Capablanca

martes, 25 de diciembre de 2007

x)

Cada mañana en los patios de la ciudad los granujas
repitieron perfectamente la doble circulación,
el inasible nadar del Teniente Dan

Corearon los jóvenes la tormenta azul de la playa
y se supone que tu imagen multiplicada refregó las camisas
porque oíste el papel arrugado que decía, según Leonardo Murillo:

rumba bailan los ruiseñores de los ojos
tragan escrotos y orines en la esquina de los delincuentes
cuidan su paso en las corintelladas intenciones
de un libro impreso con carne morena de sibilantes
cueros, cueros en primera chupada a la bombilla, o al popote
o al alarido de un purgatoriado espacio del torax
pendiendo sangre apelotonada en el Quaker uterino
una intención de glande atraviesa el día con su lengua
para plastificar los carnets de salud
y el esperma seco de las sábanas lavadas por Domitilas tristes

se te caen los ojos y la lengua en el lavatorio de plástico
y yo quiero jugar a las escondidas solo, para perderme y gritar
un dos tres por mí!
en la secuencia de brotes acartonados, limpios de pus en las narices

y te da un ataque de histeria, de epilepsia con saliva de papel celofán
y te dan deseos de no salir de las burbujas que soplaste con ánimo de viejo
y en cuerina la pelota rompe la ventana en crash de vieja lironeando
y se atraganta el niño gordinflón en la mesa, como la patada última patada
a la dignidad que ya no existe en los enfermos, en este enfermo
en este enfermo


quedaste perplejo y te preguntaste quién habrá escrito semejante desatino

Alexander Capablanca

y)

Podría llegar a decir "Este es el fotolog de numu, porque se llama numu, y yo le puse así"
Podría llegar a decir las razones de la subida de esta foto y que en otros pasares de esta logia me han dicho que tener fotolog es lo más egocéntrico que existe
Podría llegar a decir "en este momento tengo un hamster en mi mano izquierda y por la ventana de mi departamento veo a ciclistas borrachos sentarse en la acera para descansar sus guitreos"
Podría llegar a decir "oigan, he visto mi cara en el espejo y me encuentro hermoso, indiscutiblemente hermoso, hermoso, hermoso"
Podría llegar a caer en la cuenta de mis pronósticos amoriles, como quien abre el refrigerador y descubre que sólo hay margarina para el pan
Podría entregar un poema a la posteridad en el que explicite las razones de mi poética, hasta hacer de estas palabras una pista exacta, a fin de regocijar a esa nínfula, mi única nínfula: acróstico de sombras personales
Podría extender mi mano y ver el nacimiento de un corazón de juguete, las mismas zapatillas chapulinas de un beso en las manos más bellas del universo, las de la mujer

Alexander Capablanca

domingo, 23 de diciembre de 2007

A partir de Concepción

1

Hemos llegado a Concepción
como se llega a un país de maravillas

La gente camina lento
como si sus pensamientos
estuvieran guardados

2

El nombre de las personas
está grabado en el lenguaje del aire
De una nariz a otra,
gelidas en el vapor del agua
Y es como si no fuera necesario
llamarse algo, tener un nombre
Y es como si una distancia se levantara
entre yo y la dirección

3

Cuando miro a las mujeres
Las miro como a las mujeres de Santiago
y parece que ellas están acostumbradas
a otra forma de verlas
Es como si supieran de antemano
que yo soy el macho
y que mi propósito va más allá
de un simple sexo

4

Los estudiantes de la Universidad de Concepción
son la más bella alegoría
del silencio
El peso de las mochilas
camina con su alma
que no es el alma de las personas,
graba la escena en un jugo
que no quiero revelar:

puede que no me sea posible

5

Los estandartes de la cultura
La estatua de la Libertad
La Torre Eiffel
La muralla china
Friegan la ropa de mi ocurrencia
porque las descubro,
para ellos son importantes
Responde a una religión de hombres:
son biblias las que caen de los árboles

En la Universidad de Concepción
la torre del reloj me dice la hora
parece que eso es lo que he extrañado,
esa es la ausencia de la Torre Entel

6

Por el balcón de la ciudad de Concepción
descubro que puedo apuntar
con mi dedo índice
el horizonte del mar

El mexicano grita todas mis sorpresas

Él es más extranjero

7

Tengo deseos de vomitar
Parece que la pena
es la expresión de un rostro
no reconocido

El clima en Concepción no alcanza
a devolverme al origen

Leo un poema
Me escuchan

8

En Linares sentí lo mismo
pero no habían bosques alrededor de la urbe
Qué hay más allá de los bosques?-
le pregunté a Pablo Lautaro

Más casas- me dijo.

9

Me asusta tu cielo
porque
siembra en mi tímpano
cadencias de tedio, urgencias

dejan de haber horarios
y los automoviles penquistas
tienen la tranquilidad más tranquila

persona

10

A ellos les dije que el último poema
iba a ser escrito en Santiago,
"La nueva extremadura", como le llamó Petrel

Apunté el círculo que indicaba "Concepción"
y comprendí las razones de la distancia

súper lejos

sábado, 22 de diciembre de 2007

z)

Particionado el disco duro de la prepotencia del hombre, criminalizo a la esfera del dragón. Ella piensa en cada momento su mano abierta a las semillas, a su encanto sepia: lírico dilema de la fiebre.
Las coordenadas de mi padre nacen con ese toque, pun.
Croan los cantos a la virgen del pedestal. Leonardo Murillo! Descubrieron que adentro de ti hay un montón de niños saltadores del mundo. Run, Forrest!
Sé la poesía: después de Dios, otro y otro

Sólo muere la mano que da de comer a las bandurrias. Memoria de las bandurrias
cuántas manos desgarradas

Alexander Capablanca