martes, 25 de diciembre de 2007

x)

Cada mañana en los patios de la ciudad los granujas
repitieron perfectamente la doble circulación,
el inasible nadar del Teniente Dan

Corearon los jóvenes la tormenta azul de la playa
y se supone que tu imagen multiplicada refregó las camisas
porque oíste el papel arrugado que decía, según Leonardo Murillo:

rumba bailan los ruiseñores de los ojos
tragan escrotos y orines en la esquina de los delincuentes
cuidan su paso en las corintelladas intenciones
de un libro impreso con carne morena de sibilantes
cueros, cueros en primera chupada a la bombilla, o al popote
o al alarido de un purgatoriado espacio del torax
pendiendo sangre apelotonada en el Quaker uterino
una intención de glande atraviesa el día con su lengua
para plastificar los carnets de salud
y el esperma seco de las sábanas lavadas por Domitilas tristes

se te caen los ojos y la lengua en el lavatorio de plástico
y yo quiero jugar a las escondidas solo, para perderme y gritar
un dos tres por mí!
en la secuencia de brotes acartonados, limpios de pus en las narices

y te da un ataque de histeria, de epilepsia con saliva de papel celofán
y te dan deseos de no salir de las burbujas que soplaste con ánimo de viejo
y en cuerina la pelota rompe la ventana en crash de vieja lironeando
y se atraganta el niño gordinflón en la mesa, como la patada última patada
a la dignidad que ya no existe en los enfermos, en este enfermo
en este enfermo


quedaste perplejo y te preguntaste quién habrá escrito semejante desatino

Alexander Capablanca

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